Deixalatevaempremta.org es una Asociación sin ánimo de lucro.¡Bienvenidos!. Puedo contaros muchas anécdotas, también muchas cosas que tocan mi sensibilidad, aunque aparentemente cuando estoy entre un grupo de niños revueltos por las burbujas, me mantengo observando todos los movimientos de los peques para ir acompasándolos con cierta armonía con los míos y evitar pisar a alguno de ellos. En muchas ocasiones son tantos y están tan estimulados por las burbujas que corretean casi sin sentido.
Los padres en su mayoría se mantienen al margen formando un corro a cierta distancia sin apartar los ojos de sus hijos, la mayoría con caras sonrientes al ver cómo disfrutan. Aunque también hay padres/madres despistados y justo cuando lo/la reclamo porque su hijo necesita alguna atención, está mirando el móvil o hablando con alguien. Bueno, a todos nos ha pasado que tenemos los ojos pegados a nuestro retoño y en tres segundos que apartamos la mirada, zasca! Se ha dado un coscorrón.
El juego con las burbujas no es una actividad de riesgo, pero pueden ocurrir cosas como que choquen entre ellos porque van tan entusiasmados mirando al cielo persiguiéndolas, que no miran por donde corren. En ocasiones después de hacer muchas burbujas pequeñas a la vez para que las persigan y las exploten, me gusta cambiar de barita mágica y hacer burbujas gigantes. Los peques, como es natural, sienten el impulso de tocarlas y es casi inevitable que aparezcan deditos índices en todas direcciones apuntando a la burbuja con el objetivo de tocarla, incluso algún cabezazo como si de una pelota se tratara.
dejo que la cuerda arrastre por el suelo, pongo cara de descontento, se forma un gran silencio, y aumento de expectación, incluso se producen algunos pasos hacia atrás, espero unos segundos y entonces les pido que tomen asiento sobre el césped, en realidad les digo que pongan el culito en el suelo, bien pegadito. De esta forma gano algunos segundos y con suerte alguna burbuja logra escaparse y flotar hacia arriba bien lejos de manos, dedos, pies, zapatos voladores y otros artilugios…
Cuando una burbuja gigante se forma y se escapa de los deditos de los peques y sigue flotando lentamente, alejándose o no, a capricho de las brisas o temperaturas del aire, genera una expectación en todos los asistentes digna de fotografiar, cientos de ojos mirando al cielo.
Son esos segundos, o escaso minuto, que la burbuja vive su vida efímera, libre y en paz. Cambiando suavemente sus formas hasta llegar a la perfecta redondez.
Todos la observamos embelesados y de repente, cuando nuestra mente empieza a imaginar hasta dónde llegará, hasta dónde subirá… “pop” desaparece, y se hace un mini silencio, seguida de una exclamación al unísono, “ohhhhhhhh….” como cuando miramos los fuegos artificiales y nos sorprenden tanto… eso tan simple a mí me pone la piel de gallina.
Y con la piel de gallina, me pillan otra vez vuestras miradas y mis baritas vuelven a ser el objetivo y comprendiendo lo que queréis, con un “oído cocina interno” vuelvo a levantarlas y abrir las cuerdas para formar la siguiente. Miradas que por cierto incluyen a los ojitos más jóvenes, desde los pocos meses hasta las más longevas y experimentadas vidas. Quizás ésta es una de las cosas que más me fascinan de hacer burbujas. No importa la edad que uno tenga, las burbujas provocan en nuestro interior un estado de alegría, en nuestra mirada se asoma la ilusión y nuestros ojos brillan, nos conectan con la belleza de vivir, con la ligereza y la naturaleza efímera de nuestras propias vidas. Por eso, a veces, y un poco en broma, como haciendo un time lapse y tomando distancia sobre nosotros mismos, me gusta decir o pensar en el ser humano como una burbuja.
Después de estos siete años dedicando mi tiempo a llenar de burbujas cientos de eventos en lugares diferentes, con personas y actitudes diferentes, cada una, una experiencia motivadora, enriquecedora, siempre relativamente fuera de mi zona de confort, aprendiendo constantemente, sigo fascinada por la misma pregunta que me hice cuando empecé y me encanta reflexionar sobre ella, ¿Qué es lo que tienen las burbujas que nos conecta con el juego, la alegría y nuestra parte más lúdica? aunque bueno, la respuesta ya os la he dado.
Algunos niños expresan espontáneamente y de forma sencilla lo que les inspira, “guauuuuuu…. Tienen muchos, todos los colores!”, “guaaaalaaaa…. Cómo se mueven!”, “guooooooo… son gigantes y transparentes!”, “ohhhhhh…cómo brillan!!”
Incluso un adulto, me comentó una vez, así como si fuera un secreto que me confiaba, que las burbujas son seres extraordinarios con vida propia… bueno… En realidad no necesitamos complicarnos en ideas si lo que queremos es jugar.
Los niños ya se sabe que son los expertos en esta materia, el arte de simplificar, vivir el momento presente, reír, aprender jugando, explorar lo desconocido con fascinación, curiosear sin miedo, y ya está, así de simple! Me siento muy afortunada por estar tan cerca y de forma tan continuada a la manera de vivir y ser de los niños. Es por este motivo y por cómo enriquece mi vida, que mi trabajo se ha convertido en mi pasión. Tomo conciencia de lo importante que es para mí hacer lo que me hace feliz y también me doy cuenta que los cambios o metamorfosis que en ocasiones la vida me propone, aunque parezcan locuras, son el camino hacia la autenticidad de uno mismo, son una oportunidad fresca y sorprendente y aspiro y espero que lo sea también poco a poco de nuestra forma de funcionar en sociedad y de esos sistemas económicos que nos aprisionan.
Mi amigo y colega Andrés, de Colombia, ha bautizado a esta nueva forma de vivirnos y trabajar con la palabra “ReBubblecionari@s”, confío que así sea.
Reconozco que no somos los primeros, ya lo hacían los grandes como Chaplin o Marcel Marceau y tantos otros, que con su mirada al mundo generan, proponen cambios de estados internos que afectan luego a nuestra forma de pensar o actuar, mejorando en muchas ocasiones. La posibilidad real de generar pequeños ratitos de felicidad en otras personas, es un regalo para mí, me conecta con la entrega y el dar a los demás, sin necesidad de conocerlos, es una experiencia absolutamente maravillosa y gratificante, que me adentra en cada ocasión en un lugar desconocido y rodeada de personas también desconocidas, en completa conexión con la vida.
Lo lúdico como forma de vida a los 48 años. Muchas veces, demasiadas, he pensado que para ser responsable con mis obligaciones cotidianas, la única opción es encajar en un trabajo responsable que concuerde en este modelo de sociedad y de sistema creado desde la necesidad de supervivencia, en lugar de crearlo desde la esencia creativa que todos poseemos, sí, todos! Me atrevo a afirmar que la creatividad forma parte intrínsecamente de todos y cada uno de nosotros, me basta reconocer en mí y observar en los demás y recordar cómo era y qué espíritu indagador y explorador me guiaba en mi infancia. Así que, desde estas líneas os animo a reconectar con vuestra esencia exploradora y descubrir las asombrosas y refrescantes novedades que os sacarán de la rutina del pensamiento y de lo habitual.
En el evento de ayer, al ponerme a la altura de un niño de unos 5 añitos, de forma espontánea quiso darme un beso en la mejilla, pero la visera de su gorra marcó la distancia definitiva para que su beso quedara flotando en el aire.
Lo recibí de todas formas y también le regalé un gesto cariñoso bajo la mirada sonriente de sus padres.
Besos sin visera para tod@s! Sed felices!
Maria
www.BurbujasGigantes.com
burbujasgigantes.blogspot.com.es
María y sus burbujas, siempre fantástica !
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